Era el primer año de secundaria o educación media para la niña, a quien le gustaba hacer tareas del colegio con su amiga vecina y madrugaba a esa casa, no solo porque le daban de comer sino porque su amiga le orientaba en las actividades que habían dejado. ¡Era una luz!, su amiga y su familia eran bellos, comprensivos, apoyaban y trataban con cariño.
Llego la época de amor y amistad y había una dinámica de integración en el colegio, cada niña debía llevar un detalle pequeño y decir quien era su amiga de curso o nivel. Había un ambiente de emoción y de alegría y como todo… llegó el momento.
Le toco el turno a la niña vecina y ella manifestó el nombre de su mejor amiga, para sorpresa de la niña, no era ella. OH, como se sintió que la luz se apagó.
Con un poco de nostalgia dio el regalo a su amiga vecina y su amiga vecina no era su mejor amiga.
Pero esto, aunque en su momento parecía incierto, fue un momento de fuerza, seguramente mostraba algo nuevo, algo que moldeaba carácter.