Los pies lo llevaron a ese lugar, pensando en que era la mejor opción de trabajo; sin embargo, se dio cuenta que estaba en el lugar equivocado y que sus dudas eran cada vez mayores; por ello, después de tres años en la empresa, decidió retirarse y buscar otro camino.
Logró metas, hubo cambio de empleo y un día entendió que su fuerza interior provenía de Dios y dio un nuevo giro su vida y caminó con más tranquilidad, agradeciendo cada experiencia vivida, sanó sus heridas y expresó como San Agustín: “Tarde te amé, hermosura tan antigua y tan nueva, tarde te amé! y tú estabas dentro de mí y yo afuera”.