Ella estaba trabajando y estudiaba en la nocturna, por lo que se trasladaba de un lugar a otro y al estar en mitad de la carrera, el pensum del día jueves, era una sola hora académica y como el universo nos sorprende, ese mismo jueves había cine familiar todo el día en la localidad donde ella vivía.
Que maravilla, llegó el cine que une y ella aprovechó el momento para ver cine familiar con su hijo muchos jueves de ese año, en la última función de 9 a 11 pm.
El hijo finalizaba emocionado y ella algunas veces se dormía en la función. Las películas de Harry Potter y la Orden del Fenix era magia y se disfrutaba con gran alegría, la varita mágica dio ilusiones de cambios milagrosos.
Al final del evento que los unía, la madre y el hijo salían corriendo a su casa porque al otro día, la rutina debía continuar.